
Los españoles estuvieron escondidos cerca del Cuzco con miedo a algún ataque sorpresa de parte de los Incas, pero nada les paso. Al siguiente día Atahualpa salió a la plaza. Adelante Del Inca iban cuatrocientos hombres que eran los encargados de quitar las cosas que interrumpieran el camino.
Pizarro dividió a sus tropas que se escondieron alrededor de la plaza. Fernando Pizarro, Soto y un capitán, cada uno con sus respectivos hombres, se escondieron en las diferentes edificaciones que rodeaban a la plaza; Pizarro se escondió en el galpón junto a sus hombres.
Al entrar Atahualpa se sorprendió de encontrar la plaza vacía así que pregunto por los españoles y le respondieron que por el miedo se habían ocultado en los galpones. El dominico Valverde se acercó al Sapan Inca con una cruz y pronunció el requerimiento para que Atahualpa acogiera la fe católica y sirviera al rey de España mientras le entregaban el evangelio. Atrás del Inca se encontraba el señor del Chincha, por eso Pizarro no distinguió cual de los dos era Atahualpa, así que ordenó a Juan Pizarro dirigirse hacia el curaca mientras él se dirigía hacia el Inca.
Al sonar las trompetas los jinetes salieron del galpón. Se escuchaban los disparos y los cascabeles de los jinetes y con ellos los gritos y lamentos de los indígenas que aterrados derribaron una pared, por el cual huyeron. Pero su intento fue inútil porque los jinetes se lanzaron tras de ellos matando a todos aquellos que se les cruzaba en cambio otros murieron aplastados por la multitud.

Juan Pizarro asesino al señor de Chicha con sus propias manos. En cambio Pizarro junto a sus hombres mataban sin piedad a los sirvientes del Inca. Al mirar lo que ocurría un español trato de asesinar a Atahualpa con un cuchillo pero Pizarro no lo permitió.
Atahualpa fue capturado, enjuiciado y ejecutado por los españoles. Así termina los días de gloria del imperio Inca.
Bibliografía:
www.adonde.com/historia/1532_captura_atahualpa.htm